La intolerancia innecesaria
En México la libertad
de pensamiento y expresión son un lujo. No sólo el lastimado gremio de los
periodistas encuentra en nuestras tierras un lugar difícil para ejercer su
profesión con condiciones mínimas de seguridad cuando sus investigaciones,
opiniones o coberturas lesionan ciertos intereses, también el ciudadano de
a píe ve lastimado su legítimo derecho de pensar lo que mejor le
acomode y de expresarlo según sus capacidades y circunstancias, ya que
la natural confrontación política que se desencadena en todo
proceso de recambio político, léase el ya concluido Proceso
Electoral Federal 2011-2012, se ha transmutado en un odioso escenario de
fanatismo e intolerancia, para demostrarlo, va un testimonio personal:
Hace
algunos días, en la cuenta de Twitter de Leonardo Valdez Zurita, presidente del
Instituto Federal Electoral (IFE), algunos “prohombres” de la democracia
dejaron constancia de su notable capacidad para el insulto cuando, en respuesta
por algunos comentarios francamente insultantes, el presidente del IFE tuiteò:
“Bueno Estimad@os, veo que la mayoría son fanáticos, con déficit
democrático. Luego dialogamos, con tolerancia. Buenas noches.”, ante éste mensaje algunos usuarios de la red social plasmaron en otros
tuits no menos agresivos que los que provocaron la respuesta de Leonardo
Valdez Zurita, su incredulidad y el escándalo que les producían las palabras
que les habían sido dirigidas. La actitud de éstos últimos, privilegiar el
insulto a despecho de los argumentos, me pareció francamente patética y fuera
de lugar, por lo que desde mi cuenta de Twitter, @RodrigoCoronelN,
publiqué lo siguiente: “Hoy, un montón de intolerantes se escandalizan
porque @leonardovaldesz respondió con alguna
sequedad ciertas injurias. Patéticos.”, los comentarios que
recibí no tienen desperdicio, aquí algunos:
(Nota: Mantengo, por amor a la
precisión, la ortografía original)
- De @SUCREEVIIL: Hoy @RodrigoCoronelN nos dice montón de intolerantes que se
escandalizan porque @leonardovaldesz respondió.
Y le digo lambiscon pocos huevos
- De @lauraisabelgg: “Pues mas patetico eres tu, pinche bola de rateros “
-De @pingozirco:” @RodrigoCoronelN @leonardovaldesz patetico tu
pendejete que defiendes a corruptos asquerosos y al sistema opresor”
No obstante mi
creencia de que los tuits recibidos no aumentarían en virulencia, el usuario @MAMBANEGRA,
logró sorprenderme con una “cátedra” de tolerancia:
- “SI RODRIGO X ESO CHINGAS A
TU MADRE TU TAMBIEN. CUANDO T ESTE LLEVANDO LA VERGA SIN DINERO ME LO DICES”
- “YA BESALE EL PITO PUES PINCHE
ARRASTRADO! SEGURAMENTE CUANDO TENGAS UN PROBLEMA VENDRA CHAPLIN A AYUDARTE”
- “GRACIAS A PENDEJOS CONFORMISTAS
COMO TU ES QUE LLEGO EL PUTO DE EPN HASTA DONDE ESTA! Q PENDEJO ERES! “
Afortunadamente hubo
otros usuarios de la red social que, respetuosos, defendieron su posición con
argumentos que, si bien no comparto, agradezco lo hayan hecho privilegiando el
diálogo frente a la cerrazón y la intolerancia; no me deja de llamar la
atención que éstos últimos hayan sido los menos.
Mentiría al decir que las muestras de
odio son característica privativa de los simpatizantes de una opción política
en particular, porque, como puede apreciarse en las plataformas cibernéticas,
el odio ha echado raíces en amplios sectores sociales que ven en la
descalificación y el insulto la mejor manera de dirimir sus diferencias.
Una solución
“facilona” que he oído con insistencia, pugna por regular los contenidos que se
vierten en las redes sociales, pues, dicen quienes defienden tal propuesta, que
con la regulación se evitarían la propagación de noticias falsas o los
violentos mensajes que lanzan, ocultos en el anonimato, ciertos usuarios. A
despecho del entusiasmo que en algunos genera tal idea, en lo personal, no dejo
de percibir un inquietante tufo totalitario en la medida propuesta, y es que la
regulación de una herramienta formidable para lanzar convocatorias que llamen a
mítines o marchas, o la transmisión de información real pero incómoda para
algún actor político relevante, sería tanto como dejar al arbitrio de la
autoridad la realización de manifestaciones populares, algo a todas luces
indeseable.
Entiendo la
crispación y la pasión, no así el insulto ni la intolerancia; sé que buena
parte de las instituciones de nuestro país necesitan un cambio urgente; estoy
convencido de que nuestro sistema electoral ha tenido grandes progresos, pero
también creo que aún hay un camino muy largo por recorrer para consolidar la
democracia que todos queremos.
Los argumentos para
defender el cambio en México son abundantes y lo suficientemente coherentes
para convencer a buena parte de la población, por ello, los insultos y la
intolerancia son absolutamente innecesarios. Dialoguemos, pues.