Fotografía tomada por Luis Nieto el 10 de junio de 2012 |
Luis Nieto
Cuando las máscaras ya no alcanzan a cubrir la razón y la indignación, cuando
las mentiras se ahogan a sí mismas, además el resentimiento absurdo supera el
borde y la hueca reputación es revelada, también cuando las ideas no se pueden
silenciar y el listado de las prácticas aberrantes se termina, se recurre a la
más despiadada de ellas: liquidar a quien está en empatía con la razón, la
ética, la paz, la justicia.
Llueven las balas letales, directas, sordas, “matan a la gente, pero no
matan a las ideas”,[2]
pues éstas singuen ahí, llegan a sus objetivos de manera más profunda y extensa
que las balas.
Ideas de otros, de aquéllos que vivieron hace años. Ideas cargadas de
fuerza, de sueños, de deseo, de esperanza. Ideas propensas a incorporarse en
otros, nosotros, los de entonces, como decía Pablo Neruda, aunque no somos
todos los mismos, la lucha es la misma.
Esos fantasmas de los que hablaba Paco Ignacio Taibo II, caminan con
nosotros, nos impulsan, su lucha es nuestra lucha, son los pilares, los que nos
levantan, los que nos reaniman. Los que sonríen cuando se despliegan nuestras
banderas, nuestras pancartas. Son el impulso y el eco de nuestros cantos, de
nuestros gritos. Sus huellas y nuestras huellas convergen.
Y cuando termine nuestro ciclo, nosotros seremos también esos fantasmas
que impulsarán a las generaciones presentes y por venir, y lucharemos siempre
todos, seremos su fuerza, sus pilares, su impulso, su ánimo…
Y algún día la bandera caída se levantará permaneciendo en la cima,
victoriosa; la pancarta será desenvuelta y colocada en un museo, recordará que
valió la pena cada momento de nuestra lucha; los cantos y los gritos quedarán
en la memoria como marcas de nuestro tránsito significativo en este mundo.
La última sonrisa antes de partir será bien merecida, plasmará en
nuestros rostros que fuimos felices, no importa por cuánto tiempo, pero que
genuina y totalmente fuimos felices.
Y aquéllos que poseen el poder, los expertos en enmascarar, siguen
también cohabitando con nosotros, siguen presentes, siguen empequeñecidos por
su mentalidad, siguen deseando el bien para sí mismos, para su grupo, su mundo,
sus intereses… y así seguirán.
Han de saber que también nosotros seguiremos luchando cada día… como
seres corpóreos o como fantasmas.
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